Construction in New York

Nowadays there is a construction boom in New York City with record-breaking investments and the leading growth in a non-residential sector, a report published by New York Building Congress stated the…

Smartphone

独家优惠奖金 100% 高达 1 BTC + 180 免费旋转




El Poeta que no pudo escribir.

La observe con detenimiento, la forma en la que su semblante se agranda cuando pasaba sus dedos suaves como seda por las numerosas flores de nuestro jardín. Ella pasaba todo el día en el jardín. Nunca necesité contratar los servicios de un jardinero, ella se encargaba de todo. La veía moverse de lado a lado, fertilizando, plantando, y regando con una brisa suave a sus plantas. Me aseguré de que el jardín tuviera un lugar en donde ella pudiera sentarse a contemplar el paisaje que con su esfuerzo logró construir. Ella podía pasar horas sentada bajo la intensa luz del sol simplemente observando. Mi esposa no es botánica, ella es pintora y el amor de mi vida.

Antes de conocerla mi vida se resumía en poesía, dolor y rutina. No necesitaba contemplar la naturaleza para ser feliz. Yo perseguía una felicidad efímera, una que se conseguía con vicios. Me odiaba a mi mismo y mi arte, así que todos los días me embriagaba con fuertes dosis de licor y me mantenía despierto con varias anfetaminas cuyo dosaje incrementaba a medida que mi cuerpo las iba tolerando. Me sentía prisionero de mis adicciones. Lo que parecía ser felicidad, después de unas horas se esfumaba y regresaba a mi depresiva vida.

Conocí a Maya en el punto más bajo de mi vida, el consumo de sustancias se volvía cada vez más frecuente. Creía que podía escribir los versos más bellos, estando drogado y ebrio. Creí que el ritmo y estética del poema mejoraba con cada trago que me servía.

Hace trece años la conocí y desde entonces me he mantenido sobrio. Era un 21 de marzo, aun lo recuerdo. Tomaba tragos de ron mientras veía el paisaje, esperaba que la inspiración me encontrara ebrio. Cuando la mire caminando hacia mi, sentí un flechazo, su sonrisa se miraba hermosa y en ese momento sentí una calidez que ninguna droga pudo haberme dado.

“Hola, es muy bonito aquí ¿Cierto?” dijo mientras sus ojos azul turquesa penetraban mi alma.

“S-si si, lo es.” titubeo.

“¿Puedo?” dice mientras apunta con su delgado dedo a un espacio que sobraba en la banca en la que estaba sentado.

“Si, sí claro. Siéntate.” dije con nerviosismo.

Su pequeño cuerpo se sentó y miró al horizonte, yo la observaba admirado. La manera en la que su bella sonrisa seguía fija sin parecer fingida, como sus pecas que adornaban su bello rostro intensificaban su color cuando el sol matutino resplandecía en ella.

“Siempre vengo aquí cuando comienza la primavera, el atardecer es hermoso.” dijo con una sonrisa. En sus ojos veía reflejado el atardecer.

En ese mismo momento ella se convirtió en la inspiración de mis poemas.

Al día de hoy, tengo la fortuna de estar casado con ella. Todos los días puedo verla trabajando en el jardín, sus delicadas manos acariciando los tulipanes que apenas florecen.

Me pierdo entre las estrofas de un poema que escribo y cuando volteo a ver de nuevo a la ventana no la pude ver. Comienzo a preguntarme dónde está y después la puerta de mi estudio se abre. Es ella la que sostiene una taza de café en cada mano.

“Te traje café.” dice con una sonrisa.

“Pasa querida.”

“Este es tuyo.” dice mientras me entrega la taza “Es negra, hace juego con tu pluma.”

“Gracias.”

Tomó mi café y observó de reojo el suyo, el esfuerzo y tiempo que puso para preparar el café se notaba. Ahora que lo pienso ella es muy observadora, siempre se fija en cada detalle. Maya se tarda demasiado a la hora de hacer comida, dedica más tiempo decorando la comida que cocinando. Siempre le preguntaba porque preparaba platillos con tanto detenimiento si tan solo éramos ella y yo. Maya siempre solía decir. “Primero se come con la mirada, después con la boca.” manteniendo su sonrisa.

“¿En qué tanto piensas?” dijo inclinando ligeramente su cabeza, seguido de un ligero sorbo a la taza, tan ligero que parecía un pequeño beso.

“En nada, no te preocupes.”

“Mírate, tienes tinta en todos tus dedos. ¿Por qué no usas la máquina de escribir?”

“No es lo mismo. No puedo escribir a máquina, la única manera de escribir es con una pluma en mano.”

“Haz lo que te funcione más a ti.”

Asomaba la mirada entre sorbos, podía ver como su alma desprendía belleza. Su sonrisa y sus ojos turquesa claro con hambre de ver cada rincón en el mundo.

La plática matutina suele ir de manera normal, noto que se comienza a tallar sus ojos frecuentemente, como si tuviera alguna especie de incomodidad. No creí que fuera algo grave así que no le di importancia. Cuando me miraba veía la conjuntiva tornarse de un color rosa pálido, se veía irritado.

“¿Estás bien?” preguntó con extrañeza.

“Si, es solo que creo que se me metió algo.”

“Déjame ver.” digo acercándome y extendiendo sus párpados con delicadeza para examinar. “Debemos ir al hospital.”

“¿Qué? ¿Por qué?” Su tono de voz al igual que su respiración aumentaba.

Sus ojos tomaron una tonalidad rosada, algo rojiza. Maneje lo más rápido que pude, mi pie pisaba con fuerza el acelerador y me preocupaba lo mucho que se quejaba.

“Veo manchas negras. Apresúrate.”

“Ya llegamos.”

Después de un tiempo, la internaron en el hospital. Cuando la vi con sus ojos vendados, mi corazón se detuvo. Una enfermera de tez morena se acercaba a la habitación donde Maya estaba recostada.

“¿Volverá a ver?”

“Me temo que no señor, sufrió un severo caso de hemorragia intraocular. No hay nada que podamos hacer. El daño es irreversible.”

“Debe haber algo que se pueda hacer. Por favor, ella necesita ver. Donaré mis ojos si es necesario.”

“No señor, ya no hay remedio.” dijo fríamente y se fue.

Camino lentamente hacia Maya que estaba acostada. La tomó de la mano y se exalta.

“¿Estaré bien?”

Permanecí callado un momento, no sabia como entregarle las noticias a mi amada. Lo único que ella ama se les ha arrebatado de un momento a otro.

“El tiempo lo dirá, cariño.” Le mentí.

Ha pasado una semana desde que la noticia fue dada a mi esposa por las enfermeras. Desde ese entonces mis días no han sido iguales, no recordaba lo imprescindible que su presencia era en mi vida cotidiana. Todas las noches que paso en mi oficina puedo escuchar llantos y reclamos a la vida por su injusticia.

Mi esposa no ha salido de nuestro cuarto, he tratado de hacer mi mayor esfuerzo por cocinar pero eso solo me trajo cortadas en los dedos y quemaduras en el antebrazo, aun así he mejorado un poco en mis habilidades culinarias. Cuando le traigo la comida que preparó, la termina dejando a un lado y si llega a comer apenas mastica algo.

He usado mis tiempos libres para leer montañas de libros sobre botánica y jardinería para que el jardín no se muera, quiero creer que si puedo mantener el jardín vivo, podré hacerla feliz. Es lo menos que puedo hacer por ella, no quiero que la vida le arrebate esto también. Las flores no han marchitado dando la impresión de que he hecho un buen trabajo cuidado.

El día de hoy le preparé huevos con tocino, pensé que el olor del tocino le abriría el apetito, pero al entrar y verla de esa manera me rompió el corazón. La cortina estaba cerrada y el cuarto quedó en total oscuridad. La atmósfera era densa y depresiva, su piel estaba pálida a falta de sol, lo que más me alarmó fue su inexistente sonrisa. Ya no era la misma persona que conocí en el parque. Mi felicidad se esfumó el mismo instante en el que su mirada se nublo.

“Maya, te llevaré a un lugar para levantar tus ánimos ¿Va?”

Ella no respondió en lo absoluto pero accedió a cambiarse de esos harapos olorosos que ha usado por cinco días. Le escogí un lindo vestido y unas zapatillas, necesitaba recuperar esa sonrisa fuese como fuese, quiero verla feliz.

Decidí llevarla al parque en donde nuestras miradas se conectaron por primera vez. Estábamos sentados en la banca, ella al lado de mí exactamente como hace trece años. La nostalgia arrasaba en oleadas, un sentimiento extraño de melancolía se adentra en mi corazón dejándome una mirada vacía y vaga. Maya no estaba mirando al horizonte con esa sonrisa que mi alma bruscamente anhelaba.

“¿Sabes donde estamos? "pregunté.

“No, no lo sé.” dijo con un tono monótono, uno que jamás creí escuchar de su dulce voz.

Respirando hondo para desanudar mi garganta digo. “Este es el parque donde nos conocimos.”

Ella no dijo nada, tan solo vi lágrimas que recorrían sus mejillas, lloraba sin emitir ni un sonido.

“¿Estás bien? ¿Por qué lloras?”

“¿No lo entiendes? Jamás podré ver” dijo entre sollozos. “No podré pintar paisajes, no podré cocinarte, no podré cuidar mi jardín. Mi vista y la pintura es lo único que tenía para percibir la vida y ahora…” No se atrevió a terminar la frase.

“Maya…”

“¿El paisaje sigue siendo igual de hermoso?” pregunto.

“Si, todo sigue igual.”

Ella se quedó callada por un momento y después dijo. “Ya vámonos, por favor.”

La tome de la mano y la guíe al coche, su tristeza se transmite abiertamente, esa sonrisa de la que me enamoré ya no existía y eso me dolía pero jamás podré imaginar cuánto le duele a ella.

Han pasado ciento cuarenta y dos días desde que Maya se volvió ciega. Mi vida no ha vuelto a ser como antes, la tristeza, la soledad y el dolor hizo que retomara mis viejos vicios. Todo perdió sentido, la belleza de Maya se había ido en el momento en el que ella dejó de sonreír. La soledad era la única compañía que recibía, cada vez que miraba a la ventana ella no estaba, así que decidí cerrarlas y para apaciguar el dolor, de un cajón sacaba una botella de ron y tomaba directamente de ella.

Ya no puedo continuar así. La perdí a ella y su mirada, esa sonrisa jamás la recuperaré. Ella no se lo merecía. ¿Por qué le pasó esto? Me preguntaba una y otra vez. Daría lo que fuera por darle mis ojos para que pueda captar el mundo a través de ellos, pero ya era muy tarde.

Eran las cuatro de la mañana, no había remedio para mi tristeza, pues me había terminado mi botella y el gabinete donde escondía todas las drogas estaba vacío. Este círculo vicioso del que acabo de caer nuevamente me está matando lentamente, pero no puedo salir de él, puede ser la segunda vez que caigo en dichas adicciones pero sigue siendo igual o incluso un poco más difícil escapar de estos vicios.

Todo lo que consumo deja un vacío aún más grande en mi. La atmósfera se volvía cada vez más tensa cuando mi cuerpo pedía felicidad y no tenía medios para darla. No pude resistirlo así que decidí ir por una caminata en el jardín esperando calmar mis ansias.

Contemplaba las bellas flores que ella plantó, cada sección tiene flores con colores y figuras exóticas. Al ver todo lo que ella construyó me dolía, tocaba las plantas como ella lo solía hacer pero no me provocaba ningún sentimiento de felicidad. Escribir poemas es tan necesario como respirar, era lo que yo amaba, pero no puedo compartirlo desde que mi esposa perdió lo que ella amaba.

Con la mente decidida me acerqué al cobertizo que estaba en el jardín. Las herramientas estaban organizadas de manera que le era fácil poder encontrar lo que necesitaba. Tome un machete que ella usaba especialmente para cuando la maleza crecía. Salí del cobertizo y bajo la luz de la luna llena tomé el machete con mi mano izquierda. Estaba decidido, si ella perdió las dos cosas que ella amaba, también debería de hacerlo yo. Con fuerza bajé la mano que empuñaba mi machete, un dolor inimaginable me penetró seguido de sangre que escurría a borbotones. Gritaba como un desquiciado, sentía un dolor intenso, tanto que comencé a marearme. Mi vida sin su sonrisa, sin poesía, tan insignificante como una gota de agua en un diluvio.

“¿Estás bien? Escuche gritos.” dijo su voz delicada y cálida.

Con el antebrazo ensangrentado y el corazón putrefacto dije. “Si, estoy bien.”

Add a comment

Related posts:

Advantages of Casino Legalization for Society

The legalization of casinos can have a number of advantages for society as a whole. Casinos can provide economic benefits, create jobs, and promote tourism. In this essay, we will discuss some of the…

My Repeatable System For How I Make My Clients get rid of Their Approval Addiction Forever

Learn the exact 7-step system I use to help my clients get rid of their approval addiction forever.

How to handle rejection from a girl

The best way to handle a girls rejection is to tell her shes beautiful and gorgeous every chance you get. A girl will only feel beautiful when men treat her that way, so be the one. If she starts to…